El amor pasional no se elige, te toma. Y a veces, te arrastra a lugares que no imaginabas ni querías.
Puede que estés ilusionado, pero también confundido. Puede que sientas mucho, pero no sepas qué eres para el otro. El deseo es intenso, pero las certezas, escasas. En este artículo exploramos por qué el amor pasional puede convertirse en una experiencia ambivalente: fascinante y dolorosa a la vez. Y cómo empezar a entenderlo cuando la pasión deja de ser juego y empieza a doler.
Lo que encontrarás en este artículo

¿Por qué este amor me enloquece?
Hay relaciones que no se piensan. Se sienten. Irrumpen como un relámpago. Aparecen con una fuerza que lo desordena todo toda tu vida: tus rutinas, tus prioridades, tus certezas. El amor pasional suele llegar así, con intensidad, con deseo, con ese magnetismo que no se explica.
Y sin embargo, debajo del encantamiento, también aparece la ansiedad. Porque no sabes qué lugar ocupas. Te descentra de ti mismo. Porque no puedes dejar de pensar en lo que siente el otro. Porque pasas del entusiasmo al vacío con la misma rapidez con la que recibes —o no recibes— un mensaje.
Lo que no se nombra, no se sostiene
En muchas de estas relaciones no hay palabras claras. No hay definiciones. No hay promesas. Sólo esa frase que se repite: “Vamos viendo”. Mientras tanto, tú esperas. Esperas gestos, respuestas, señales. Y cada silencio pesa. Cada duda se convierte en una película en tu cabeza. Cada encuentro alimenta el deseo, pero también el descontrol.
La pasión, cuando no está enmarcada en un lazo simbólico, puede convertirse en pura demanda. En una especie de espera eterna. El amor pasional se vuelve entonces una montaña rusa emocional, donde lo único constante es la incertidumbre.
¿Es amor o repetición?
Hay personas que llegan a terapia diciendo: “Sé que esta relación me hace daño, pero no puedo soltarla”. Esa imposibilidad no es falta de fuerza de voluntad. Es otra cosa. Es que muchas veces, detrás de ese amor desbordante, hay algo conocido. Algo que ya se ha vivido. El cuerpo reconoce el drama. El alma, el vacío. Y en ese reencuentro con lo familiar, uno se engancha.
No se trata de juzgar lo que uno siente. Se trata de entender por qué ese tipo de vínculo se vuelve tan necesario. Qué sostiene esa pasión. Qué se intenta llenar con ella. Y sobre todo, qué lugar ocupa uno mismo en esa escena.
Cuando amar se vuelve exceso
Hay amores que no caben en el cuerpo. Que se sienten como un sobresalto constante, como una presencia que no da tregua. El pensamiento gira en torno al otro, incluso cuando no está. Se idealiza, se teme perderlo, se necesita su mirada para sentirse en paz. El amor pasional puede convertirse en un espejo donde solo te ves si el otro te mira. Pero eso tiene un precio: dejar de mirarte a ti mismo. Amar desde ahí no es amar con libertad, es amar desde la urgencia. Y la urgencia casi siempre es una herida.
Amar también es poder separarse
El amor no es solo un estado emocional. Es también una posición frente al deseo, al otro y a uno mismo. El amor pasional no tiene por qué ser sufrimiento, pero muchas veces lo es, sobre todo cuando lo que se busca es ser elegido, completado o reparado.
Empezar a hablar de eso es un acto de responsabilidad subjetiva. No para apagar la pasión, sino para entenderla. Para no quedar atrapado en un juego donde siempre se pierde algo de sí.
«¿Es amor o repetición?» o «Amar también es poder separarse»:
Tal como propone Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso, el amor no se articula solo desde lo racional. Se construye desde palabras que fallan, silencios que pesan y actos que marcan. El amor pasional es también un lenguaje, uno que muchas veces se queda sin traducción posible. Leer más sobre Fragmentos de un discurso amoroso
Un espacio para decir lo que no se ha dicho
Cuando las palabras no alcanzan y lo emocional pesa demasiado, ponerlo en palabras con otro puede marcar una diferencia. Si algo de este texto te resuena —si reconoces ese enredo entre deseo, ansiedad y espera— quizá sea el momento de abrir un espacio para pensarlo. No para encontrar respuestas rápidas, sino para empezar a escucharte desde otro lugar.
En Psicología Cerdanyola ofrecemos un espacio profesional y confidencial para explorar lo que el amor pasional despierta, en sus luces y en sus sombras.
Puedes reservar tu primera sesión. A veces, el primer acto de amor verdadero es hacia uno mismo.