La familia tradicional ha caído. El declive de la autoridad del padre es manifiesto. La pareja heterosexual ya no constituye la base. La familia cobra formas nuevas: monoparentales, recompuestas, homoparentales, etc. Como dice el refrán popular: cada familia es un mundo. Es en ese mundo particular y diverso, donde una persona construye su personalidad, enmarca su historia vital y las identificaciones son los pilares sobre los que se apoya.
El espacio familiar está formado por una red de relaciones establecidas -no sólo por un lazo biológico- sino también por una red de palabras, expectativas, frustraciones, afectos, ideales, etc. Cada integrante de la familia asume diferentes funciones: madre, padre, hija e hijo. Estas funciones no son naturales, ni fijas, sino que son adoptadas por cada uno de los sujetos allí en juego para que el intercambio y la transmisión acontezcan.
Tener un niñ@ se vive como una elección, una aventura que uno decide emprender, habitualmente entre dos personas. Es a la vez lo que funda la pareja y lo que le da su estabilidad. Ese hij@ es lo que convierte a la pareja en familia; se vinculará diferente con la madre que con el padre.
La orientación a padres se enmarca en las dinámicas familiares donde las dificultades en la asunción de la función paterna o materna, problemas en la comunicación familiar, problemas con los hijos, procesos de separación, muerte de un familiar son algunos de los acontecimientos conflictivos y dolorosos que motivan una consulta de orientación familiar.