Terapias

El sufrimiento psíquico es un malestar que tiñe y mina la vida de una persona. Es una de las áreas más difíciles de tratar. Cualquiera que lo padezca sabe cuánto cuesta sufrir. Nunca es fácil llegar a los orígenes, a las causas de una neurosis, un trastorno, una obsesión o una fobia. Por supuesto, hay paliativos, pero estos nunca pueden alcanzar las causas y evitar el malestar.

Alcanzar la raíz de una afección psíquica es una tarea difícil, tanto para el paciente como para el terapeuta. Por esta razón, dejarnos llevar por la ilusión de resolver -rápidamente- problemas emocionales, produce frustración y desesperación no hallar la solución en unas pocas sesiones.

A modo de slogan publicitario: “Pierda 10 kg en un mes”, “Supera la ansiedad en 15 minutos”, “Deja atrás la depresión con gimnasia”. Nos bombardean con cientos de mensajes diarios y a veces dan en el blanco, aciertan en algunas cosas, aunque, también, somos conscientes que no es tan sencillo y nos dejamos engañar.

Estamos inmersos en una sociedad dominada por la cultura de la inmediatez y de ser exitosos, la velocidad es fundamental, de tener que hacer todo sin renunciar a nada. Todo esto contradice lo que requiere la psicoterapia: detenerse, reflexionar, paciencia, respeto, responsabilidad sobre lo que nos está pasando, qué sentimos, qué renunciamos, qué decisiones tomamos.

El psicoanálisis es un método terapéutico "profundo" que, si se practica adecuadamente, nos permite comprender la naturaleza, las causas y las razones inconscientes del sufrimiento psíquico, que se pueden expresar a través de una multitud de síntomas.

Angustia, depresión, soledad, conflictos con los otros son algunos de las cuestiones a las que un sujeto se enfrenta en algún momento de la vida. En ciertas situaciones vitales en las que parece que es difícil darles la espalda o tapar los asuntos que aquejan a un sujeto, la dificultad insiste. Es aquí donde se consulta a un profesional que escucha este sufrimiento psíquico para intervenir y proponer una terapia.

- Estrés
- Depresión
- Ansiedad
- Crisis vitales (separación, maternidad, etc.)
- Impotencia
- Ataques de pánico
- Duelos
- Fobias
- Problemas emocionales