Conflictos emocionales en la adolescencia es una expresión que define con precisión lo que muchos jóvenes atraviesan en silencio. La adolescencia es un momento de transformación subjetiva profunda, donde el cuerpo cambia, las certezas se desvanecen y surgen preguntas sin respuesta inmediata.
Desde el psicoanálisis, entendemos que el adolescente no sólo enfrenta una crisis hormonal o conductual, sino un proceso simbólico complejo que incluye reconfigurar su identidad, sus vínculos y su lugar en el mundo.

La adolescencia se caracteriza, esencialmente, por el encuentro con un cuerpo que se está desarrollando sexualmente, asumir la propia identidad y reconstruir las identificaciones del “yo”(dejar atrás al niñ@ y dar lugar al adolescente). Los conflictos emocionales en la adolescencia pueden adoptar múltiples formas, desde el retraimiento hasta la explosividad.
El despertar adolescente: una transformación profunda
Lo que encontrarás en este artículo
- 1 El despertar adolescente: una transformación profunda
- 2 ¿Qué sucede en estos tiempos del desarrollo?
- 3 “Un gran peligro”: cuando el adolescente no puede sostenerse
- 4 Ruptura entre cuerpo y yo: vulnerabilidad emocional
- 5 Síntomas de los conflictos emocionales en la adolescencia
- 6 Adolescencia y conflicto: crecer no es simple
- 7 Acompañamiento emocional desde el psicoanálisis
- 8 Solicita una primera entrevista para tu hijo o hija
La adolescencia se caracteriza por un proceso crucial: el encuentro con un cuerpo en transformación, que se desarrolla sexualmente, y el desafío de asumir una identidad propia. Es un tiempo en el que se reorganizan las identificaciones del yo: dejar atrás al niño o niña para dar lugar al adolescente implica un trabajo psíquico complejo.
¿Qué sucede en estos tiempos del desarrollo?
Durante esta etapa, caen los adultos significativos de la infancia, y el adolescente se abre a nuevos vínculos. Las amistades y los iguales cobran una importancia decisiva. Este movimiento supone un paso fuera del paraguas protector de lo familiar, y pone a prueba la capacidad del yo para procesar y simbolizar ese pasaje. El cuerpo muchas veces expresa lo que no se puede decir: esto es común en los conflictos emocionales en la adolescencia.
“Un gran peligro”: cuando el adolescente no puede sostenerse
La adolescencia también implica un riesgo: el joven puede quedar imposibilitado de auxiliarse a sí mismo frente al empuje pulsional. La impulsividad y la agresividad suelen estar presentes, como expresión del conflicto interno no simbolizado.
El adolescente puede verse emocionalmente desbordado, sin recursos simbólicos para expresar lo que le ocurre. La desesperación, en algunos casos, lleva a una huida del dolor psíquico, una forma de escape cuando no se tolera el malestar interno. No todos pueden decir con palabras qué les pasa. A menudo, lo que aparece es un “grito sin palabras”, que se manifiesta en el cuerpo o en la conducta. Acompañar los conflictos emocionales en la adolescencia requiere una escucha que no moralice ni simplifique.
Ruptura entre cuerpo y yo: vulnerabilidad emocional
Cuando el adolescente no puede ligar el campo pulsional con lo simbólico, se produce una ruptura en la unidad yo-cuerpo, lo que genera un estado de fragilidad. Se sienten débiles, expuestos, sin defensas internas claras. El cuerpo muchas veces se expresa a través de los conflictos emocionales en la adolescencia.
Síntomas de los conflictos emocionales en la adolescencia
En la consulta psicoanalítica, las manifestaciones de este malestar pueden aparecer bajo formas diversas:
- Compulsiones repetitivas
- Autolesiones (cutting)
- Depresión
- Conductas de riesgo (acting out, pasajes al acto)
- Trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia)
Estas formas de expresión revelan la dificultad para simbolizar los conflictos emocionales, y muchas veces son el modo en que el adolescente “habla” con su cuerpo.
Adolescencia y conflicto: crecer no es simple
La etimología de “adolescente” proviene del latín adolescere: “crecer”. Y crecer implica conflicto. La adolescencia es un tiempo decisivo que culmina con el pasaje de lo familiar hacia una posición subjetiva propia, que podríamos nombrar así: no ser uno como los otros, sino ser uno entre otros.
Acompañamiento emocional desde el psicoanálisis
Como psicoanalista, acompaño emocionalmente a los adolescentes, desde una posición adulta que no renuncia a la escucha. Una adultez que requiere, cada vez, la aptitud de tolerar la incertidumbre que conlleva el crecimiento y la conflictiva psíquica que este despierta.
