El deseo: por qué no siempre queremos lo que decimos querer

A veces decimos que queremos algo y, sin embargo, actuamos en dirección opuesta. Lo vivimos como contradicción, bloqueo o incluso culpa. Estamos hablando del concepto deseo en psicología. Desde la psicología —y especialmente desde el psicoanálisis— el deseo no es tan lineal como creemos. No siempre coincide con lo que pensamos, con lo que “deberíamos” querer o con lo que decimos querer.
Entender por qué ocurre esa diferencia puede abrir un espacio nuevo para comprendernos.

Figura difusa entre luz y sombra que simboliza el conflicto del deseo en psicología

Qué es el deseo en psicología

En psicología pensamos al deseo como aquello que nos orienta en las elecciones, pero desde el psicoanálisis no lo tratamos como si se tratase de una voluntad consciente. El deseo no es algo que “tenemos”: es algo que nos habita. No se reduce a lo que decimos querer, ni a lo que creemos conveniente, ni a lo que nos gustaría que pasara.

El deseo lo podemos leer en síntomas, en repeticiones, en decisiones que sorprenden incluso a quien las toma. Es la diferencia entre lo que pensamos y lo que deseamos lo que nos conflictua, nos angustia y nos hace preguntarnos qué nos está pasando.

La complejidad del deseo en psicología y su relación con el placer son estudiadas en jornadas.

Cuando decimos querer algo… pero algo en nosotros va en otra dirección

Todos hemos vivido esa contradicción interna:
“Quiero cambiar”, “quiero dejar esta relación”, “quiero avanzar”… y sin embargo algo nos frena.

No es incoherencia ni falta de carácter. Es que el deseo no responde a la lógica de la voluntad.
La persona dice una cosa, pero hace otra. O lo intenta, pero vuelve al mismo punto. Esa diferencia no indica debilidad, sino que hay algo en juego que aún no pudo elaborarse. El deseo en psicología tiene que tenerse en cuenta en la terapia.

A veces se trata de una ligazón inconsciente a la propia historia: aparece en formas de amar que duelen, en el peso de frases que calaron hondo —‘no molestes’, ‘sé fuerte’, ‘cuida de otros’— o en vínculos infantiles que dejaron marca. Otras veces es un miedo que se disfraza de prudencia, o un conflicto afectivo que aún no encuentra palabras y no fue elaborado a nivel psíquico.

El deseo inconsciente: elecciones que sorprenden

Aunque nos parezca paradójico el deseo no es transparente para nosotros. No siempre sabemos qué queremos, pero aun así deseamos. Y lo hacemos de un modo muy particular: sin aviso, sin explicación racional y, muchas veces, sin que coincida con lo que decimos buscar. A diferencia del deseo en psicología que es consciente completamente: uno sabe lo que desea sin lugar a dudas.

Sin embargo, sabemos que alguien puede elegir una y otra vez el mismo tipo de relación que le hace daño. O permanecer en un trabajo que le ahoga. O rechazar oportunidades que dice anhelar. O querer romper con la pareja y seguir…

No lo hace por gusto ni por comodidad: el deseo en psicología responde a una lógica interna que no siempre es consciente, pero que insiste. El deseo inconsciente se manifiesta en repeticiones, en síntomas, en contradicciones aparentes. Es una forma de hablar a través de las elecciones.

Por qué el deseo no coincide con nuestra narrativa consciente

El conflicto entre deseo y querer consciente es constante. Las vivencias vividas marcan la vida de cada persona y organizan cómo nos relacionamos, cómo decidimos y qué buscamos.

Algunas ideas psicoanalíticas que ayudan a entender el deseo en psicología, en especial, en psicoanálisis:

  • Lo que deseamos está atravesado por identificaciones tempranas.
  • El miedo puede empujar a elegir lo conocido antes que lo nuevo.
  • La culpa puede aparecer como obstáculo al avance.
  • El deseo puede expresarse en la forma de un síntoma: ansiedad, bloqueo, evitación.

No se trata de “saber” lo que queremos, sino de descubrir qué está en juego cuando no podemos ir hacia donde decimos querer ir.

Poner en palabras el deseo: una vía para entendernos mejor

El deseo se construye cuando puede decirse. No cuando se fuerza, ni cuando se intenta “ir a por todas”, sino cuando se escucha qué significa eso que nos pasa.

En la consulta, muchas personas descubren que el problema no era la decisión en sí, sino la historia emocional que se activaba alrededor. Poner eso en palabras no elimina el conflicto de inmediato, pero abre la posibilidad de elegir desde otro lugar.

No se trata de aprender a “elegir mejor”. Se trata de comprender por qué elegimos como elegimos.

Cuándo pedir ayuda

Buscar acompañamiento puede ser útil cuando:

  • Hay bloqueos que se repiten.
  • Las relaciones siguen un mismo patrón que hace sufrir.
  • Las decisiones importantes generan culpa o miedo que no se entiende.
  • La persona siente que vive en contradicción con lo que dice querer.

En estos casos, el trabajo terapéutico no consiste en dar soluciones rápidas, sino en abrir un espacio donde la persona pueda escuchar su propio deseo y entender qué hay detrás de ese conflicto. Es un proceso íntimo, respetuoso y profundamente singular. El deseo en psicología es un aspecto a tratar.

Para finalizar

El deseo el deseo en psicología nunca es obvio. Nunca está del todo dicho. Y, sobre todo, nunca coincide del todo con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Comprenderlo no sólo permite tomar decisiones más alineadas, sino también aliviar la culpa, la exigencia y la sensación de estar “fallando”.

Escuchar el deseo es escucharse a uno mismo. A veces ese camino puede hacerse en soledad; otras, se vuelve más claro cuando se comparte un espacio donde lo dicho y lo no dicho pueden encontrar lugar. Si lo necesitas, siempre puedes consultar para explorar qué está en juego en tu propio deseo en psicología.