La ansiedad en el amor: una mirada desde el psicoanálisis

Estrategias psicoanalíticas para manejar la ansiedad en el amor

«Angustia. El sujeto amoroso, a merced de tal o cual contingencia, se siente asaltado por el miedo a un peligro, a una herida, a un abandono, a una mudanza -sentimiento que se expresa con el nombre de angustia

Barthes, R. Fragmentos de un discurso amoroso.

En la dificultad de nuestra época para aceptar la herida que provoca la ruptura amorosa o para asumir la fragilidad de los vínculos, nadie quiere sufrir por mal de amores. 

Aquellos que nos consultan por malestar emocional, hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, piden ayuda psicológica para curarse de una herida, la amorosa, que no puede disociarse de la asunción de la fragilidad de la vida y la aceptación de la única certeza con la que nacemos: que vamos a morir. Amor, vida y muerte tres heridas que marcan la fragilidad humana.

Si sumamos a la incertidumbre sobre un buen encuentro amoroso, nos movemos en la incertidumbre, en los tiempos de los encuentros íntimos rápidos sin que estén ligados a un encuentro sentimental. Este modo de relacionarse con el otro es solidario con hacer del encuentro sexual un fin en sí mismo, sin precisar del despliegue amoroso.

Sucede que no es posible no enamorarse, las contingencias de los encuentros posibilitan los enamoramientos y cuando acontece, la ilusión amorosa llena de plenitud la vida del enamorado. El mal de amores puede hacer su entrada y como es lógico si se quiere vivir esos sustos del amor, entonces, hay que saber que la ansiedad puede instalarse.

Conviene estar advertidos que tras el supuesto problema de la ansiedad se esconde, un mal de amores. Siendo la ansiedad el envoltorio, la coartada que permite no aceptar que el mal de amores se ha hecho presente. 

El mal de amores despierta las manifestaciones ansiosas a partir del disgusto por la pérdida de la persona amada, por el final de una linda historia de amor, por la decepción sentida, por el deterioro de una convivencia amorosa de largos años. El escenario de la pareja se complejiza con la entrada de una tercera persona que rompe la magia de la pareja perfecta. A veces ese tercero puede ser una amante, pero también, puede ser un hijo tras cuyo nacimiento se ha roto la ilusión de plenitud de sentirse plenos, y las atenciones y cariños van dirigidas exclusivamente al nuevo integrante de la pareja. 

El modo en que la ansiedad afecta al amor se expresa también en el modo en que nos vinculamos con nuestra pareja. Hay quien lo hace mediante un apego ansioso, marcado por el miedo al abandono y la necesidad de muestras constantes de afecto. En este caso se crean vínculos basados en la dependencia y en esa obsesión de validación constante para nutrir la autoestima.

Tras ese cuadro ansioso hay algo de lo que cuesta hablar: el mal de amores. Cuesta porque no parece creerse que una decepción amorosa sea la causa del cuadro ansioso. En la consulta escuchamos a pacientes que al consultar por ansiedad terminan hablando de relaciones amorosas tóxicas, donde el chantaje, el reproche, la culpa, la sospecha, la desconfianza, los celos, etc. Relaciones de pareja que intentan cerrar el mundo en la pareja, que no entre nada más allá de ella ni que haga desear algo diferente. Estos aspectos son tenidos en cuenta en los tratamientos por la ansiedad, ya que la persona que sufre mal de amores, puede pedir ayuda psicológica por otros síntomas detrás de los cuales se encuentra ese mal de amores y se coloca la atención en otros síntomas:

  • insomnio
  • tristeza
  • apatía
  • llanto
  • desatención
  • falta de apetito
  • desinterés generalizado

Ante una ruptura amorosa, son muchas las personas que “mal aconsejan” con las mejores intenciones:

“El tiempo lo cura todo” una solución ingenua.

“Un clavo saca otro clavo” una solución loca.

“Busca otra pareja que te levante el ego”. otra solución un tanto enfermiza.

“Apúntate al gimnasio, comprate ropa, ves a la peluquería…” un arreglo temporal.

Existen soluciones más saludables para afrontar una ruptura amorosa:

1- la terapia psicológica ayuda a hacer consciente qué lugar tenía la pareja en la estructura psíquica de cada uno, si tapona alguna falta y cómo llevar el proceso de duelo ante la pérdida.

2- la terapia ayuda a dejar atrás la dimensión de la necesidad imprescindible del otro para dar lugar a la aceptación de la contingencia, el encuentro y la sorpresa.

3- el psicoanálisis muestra que el mal de amores nace en la infancia, época en la que vivimos los primeros desengaños amorosos. Toda demanda es demanda de amor. Cuando se satisfacen todas las peticiones o cuando se deja caer a alguien, se inicia el momento de la decepción amorosa que marca una vida. En muchos casos, la separación de los padres, los hijos quedaron afectados por la tristeza de sus padres.

4- la terapia propicia que la búsqueda de un amor más sano, abierto al diálogo, el cuidado y el cariño, ante la constatación de lo imposible del amor, lo imposible de encontrar un otro que complete, que nos dé lo que nos falta, aceptando que lo único que se puede dar, para amar, es la propia falta.

Cuando una persona toma una posición de desapego con respecto a los vaivenes del amor, puede tener la oportunidad de rebajar las idealizaciones y las expectativas y aceptar lo desconocido del amor.

En conclusión, el psicoanálisis nos brinda herramientas valiosas para comprender y gestionar la ansiedad en el amor. A través del autoconocimiento, la exploración del inconsciente y el acompañamiento terapéutico, podemos enfrentar los desafíos emocionales que surgen en nuestras relaciones amorosas.

En última instancia, es crucial recordar que la ansiedad y el mal de amores son experiencias universales que pueden ser gestionadas con el apoyo adecuado. Querido lector, te invito a reflexionar sobre tu propia relación con la ansiedad y el amor.