“Inexplicable angustia, hondo dolor del alma, recuerdo que no muere, deseo que no acaba.”
Rosalía de Castro
La angustia, a veces, es una experiencia casi cotidiana: sentimos angustia al despertar, al comienzo de un nuevo día que tenemos que afrontar, asumir responsabilidades, ansiedad al tomar decisiones, realizar nuestro trabajo cotidiano, pero también podemos experimentar angustia frente a un día libre de obligaciones y responsabilidades como puede ser un fin de semana.
Otras veces, paradójicamente, nos invade la angustia en un momento inesperado, en un momento en que estamos tranquilos, disfrutando de nuestras cosas e inexplicablemente comienza el malestar: sensaciones corporales – opresión en el pecho, malestar en la boca del estómago – y cambios en el estado anímico – tristeza, desgana, falta de interés…
La angustia puede aparecer en infinidad de situaciones: ante un cambio en nuestra vida, cuando damos un paso hacia delante o hacia atrás, cuando emprendemos un proyecto nuevo o cuando nos cuestionamos nuestra relación con nuestros padres o con la pareja, con los compañeros de trabajo o con los amigos. Dependiendo de cada uno en particular, de las cuestiones que nos toquen la angustia aparecerá en un grado mayor o menor.
Enumeramos diferentes situaciones para remarcar que no estamos exentos de padecer angustia. Tampoco la podemos eliminar del funcionamiento psíquico, pero lo que sí podemos preguntarnos qué nos está pasando.
La angustia es estado afectivo que tiene un carácter displacentero evidente; es un afecto inconsciente, que puede irrumpir en la conciencia y provocar una crisis. La angustia se expresa con diferentes rostros.Todos conocemos a algún amigo o familiar especialmente pesimista: la típica persona que ante varias opciones siempre piensa que ocurrirá el peor de los desenlaces, cualquier cosa que otra persona describiría como accidental, él lo interpretará como indicio de una desgracia… Este sería un tipo de manifestación de angustia que prácticamente se convierte en rasgo de carácter.
Las fobias son otra manifestación de la angustia. En su variedad de presentaciones: fobia a la oscuridad, al aire libre, a los lugares abiertos, a los gatos, a las arañas, a las orugas, a las ratas, a las tormentas, a la sangre, a la soledad, a pasar por un puente, a los viajes en avión, en tren, al agua, a la luz…) Las fobias una construcción psíquica de la propia angustia –para que no se la reconozca-.
La ansiedad es uno de los principales motivos de consulta en nuestra consulta de psicoanálisis Cerdanyola, muchas personas que vienen a terapia porque han sufrido algún ataque de ansiedad. Suelen relacionarlo con el estrés, con la presión sea familiar o laboral. La ansiedad se manifiesta a través de palpitaciones, sudoración fría, temblores, respiración dificultosa y lo que es más importante, la persona que lo sufre cree que está a punto de morir o que se va a volver loca. Es una situación muy angustiante, que el paciente no sabe exactamente por qué le sucede.
Dado que el proceso afectivo cursa de forma inconciente, y es en el cuerpo donde pueden recaer aquellas ‘señales’ de la angustia de que algo no funciona. La terapia psicoanalítica puede favorecer a poner palabras al malestar, a abrir alguna cuestión sobre lo que está pasando.